En resumidas cuentas se trataría de sustituir el dinero por unidades de felicidad. Se trabajaría con ánimo no de obtener una remuneración o beneficio sino de producir felicidad, según la felicidad producida así sería nuestro salario. Nuestro dinero en los bancos de felicidad no crearía intereses, la felicidad no está sujeta a ningún tipo de interés o especulación.
La moneda podría ser universal pues la felicidad no conoce de fronteras. El precio lo podría fijar un organismo internacional, el cual podría variar variar dependiendo de las circunstancias y necesidades del planeta, este organismo debería ser transparente y controlado democráticamente. Habría otra posibilidad, que el precio lo determinara el mercado, aunque quizás en este caso se terminaría por caer en las mismas cadenas del capitalismo.
Es posible que llegue un día en que los precios no los determinen las personas ni las empresas sino organismos internacionales que se dediquen a regular la convivencia en un planeta con unos recursos limitados, sería el fin del individualismo. Quizás sea la única manera de sobrevivir...
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